Con las agujas
oxidadas del reloj
con ese sonido del
infierno,
mis parpados se cierran.
Piérdete,
danza
desde el ombligo
hasta mi boca seca,
hunde tus manos hasta la locura
y dilo, dilo aunque no te oiga,
aunque seas una triste máscara,
en esta fantasía de mis siestas.
3 comentarios:
Es una delicia corazón. Ya te lo dije cuando lo leí la primera vez y me alegro de que lo hayas colgado aquí, porque así puedo releerlo y disfrutar de nuevo.
Un besazo
Gracias Rosa, algún te alcanzaré.
Ole, mi Mari Paz. Se te echa de menos en el taller cuando no vienes. Besos y enhorabuena por esos versos
Publicar un comentario